Thursday, February 18, 2010

Desde mi Alacena / Introducción


Puede que sea el capricorniano en mí, que me hace tener siempre ese insaciable deseo de crear, de observar, de abrazar y de absorber cada metro cúbico de experiencia. Me comporto en la vida tal y como si fuera a prepararme para un examen final, estudiando y buscando más y más información sobre todo aquello que me llama la atención.

Y sí, yo era aquel niño gordito, bajito y siempre muy reservado. Era aquel que solía sentarse en la ultima fila, el soñador. El que miraba por la ventana desde aquel viejo pupitre, siempre callado, y que silenciosamente analizaba los compañeritos de clase. Ese niño fué progresivamente convirtiéndose en un observador que, a medida que pasan los años, ha ido tornándose más y más analítico.


Tal y como si fuese una esponja, mi mente absorbía todas aquellas gotitas de experiencia y de vida, que hasta hoy día guardo celosamente en el fondo de mi subconsciente. Pero luego de tantos años de vida, esa esponja está a punto de estallar y ahora necesito contar historias. La esponja está pesada y saturada. Todos sabemos lo que sucede cuando las esponjas se saturan de agua; se convierten en artefactos ineficientes y mal olientes. Una esponja saturada ya no tiene la capacidad de absorber más líquido, y peor aun, desarrolla hongos.

Ahora mi deseo es exprimir esa esponja y empapar a mis lectores con todas aquellas gotitas que he podido absorber durante estos cuarenta años de vida. Aquel niño pequeño, callado y soñador que estuvo sentado en aquel pupitre tiene historias que contarte.

© 2010 Mauricio Jimenez

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